miércoles, 26 de noviembre de 2008

Viaje a las islas Havannas

Mauri tenía ojos claros, los movía con agilidad. Era divertido. Me había hecho reir.
Sin embargo no había querido darle el teléfono. Mi radar de rata (en el horóscopo chino) me estaba enviando señales.
Volví a mi casa con algo de duda.
La historia que me había contado había estado muy buena. Me gustan los tipos que, no conformes con la vida que llevan un día tiran todo por la borda y salen a buscar nuevos horizontes. Él había elegido las islas Havannas. Me dijo que son unas islas muy chiquitas en el Pacífico. Tenes que salir desde Santiago de Chile. No son turísticas como las islas Cooks de Nueva Zelanda pero tienen su atractivo. Él estuvo viviendo ahí 4 años. Daba clases de Lengua y Literatura en el único colegio secundario. La vida era muy tranquila y sana. El clima tropical fomentaba el buen humor de la gente y como todo pueblo chico por momentos podía ser un gran infierno. Cosas que pasan...
Asumo que tengo bastante imaginación para crear fantasías, pero como para no irme al carajo, al día siguiente me había tomado el trabajo de googlearlas.
En la web no encontré nada, llamé a mis tres tías solteronas que viajan por el mundo desde los 40. Tienen 68, 70 y 73. Ellas nunca habían oído hablar de las islas Havannas pero me contaron que tampoco conocían "Los ojos del Caburga" en Pucón y que bien podrían, en su próximo viaje a Chile hacerse una escapada hasta estas islas.
Cuando Mauri me llamó a casa traté de comprender que tan intenso podía ser el deseo de un depredador rastreando a su presa porque con un solo dato, (lo único que le conté es que soy soy actriz de stand up) me había ubicado. Primero el nombre del show, de ahí mi apellido y a la guía de teléfono faltaba un solo paso.
Pensé que los años en las islas Havannas lo habían puesto bastante a tiro para la resolución de problemas urbanos.
- Hoy lunes?
- Si, porque no?? Donde está escrito que la gente tiene que tener citas solo los sábados?
Tenía razón y me empezaba a sentir una idiota. Y como ser boluda me da verguenza, acepté.
Si la salida con un nuevo sujeto amerita depilación completa, el depredador ya cazó a la víctima.
Y ese era mi caso.
Apenas iniciada la conversación quise saber mas de las islas Havannas. Me había quedado con una imagen caballeresca de mi nuevo héroe cruzando la selva, abriéndose camino entre alimañas para llevar conocimiento a unos pequeños aborígenes, que de otro modo morirían de hambre.
- ¿Y a cuanto quedaba tu rancho de la escuelita, ahí en las islas?
- ¿Qué islas? ahhh si... la historia de las islas... era un chiste zonza!!! jajaja! en serio te lo creíste? Como vi que te pareció interesante la seguí un poco... No te vas a enojar??? no? La verdad es que yo tengo un MaxiKiosco en Acassuso, pero con mi socio ahora pensamos abrir un cyber. Nos pedimos otra birra?
Traté de tomarlo con calma.
Traté pero no pude.
Monté en colera. Le empecé a gritar no se que cosas de la moral y la buena fe. Me sentí violada intelectualmente. Pegué la Quilmes contra la mesa y con el cuello roto le atravesé la yugular y pensé que frente a los tribunales alegaría defensa personal.
El plano vuelve a Mauri, que con burla encubierta sonríe y dice: "zonza... zoncita..."
Después se me pasó un poco pero la situación ya no podía
enmendarse.
Me pareció que no debía tener la cortesía de terminar la cerveza, así que cuando se me antojó me fui. Taxi... taxi...
Moraleja: la historia de un gran fabulador debería tener una buena moraleja... pero creánme amigos... no he aprendido nada.

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