miércoles, 24 de junio de 2009

Redondillas - Sor Juana Inés de la Cruz

Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón,
sin ver que sois la ocasión
de lo mismo que culpáis:

si con ansia sin igual
solicitáis su desdén,
¿por qué queréis que obren bien
si la incitáis al mal?

Cambatís su resistencia
y luego, con gravedad,
decís que fue liviandad
lo que hizo la diligencia.

Parecer quiere el denuedo
de vuestro parecer loco
el niño que pone el coco
y luego le tiene miedo.

Queréis, con presunción necia,
hallar a la que buscáis,
para pretendida, Thais,
y en la posesión, Lucrecia.

¿Qué humor puede ser más raro
que el que, falto de consejo,
él mismo empaña el espejo,
y siente que no esté claro?

Con el favor y desdén
tenéis condición igual,
quejándoos, si os tratan mal,
burlándoos, si os quieren bien.

Siempre tan necios andáis
que, con desigual nivel,
a una culpáis por crüel
y a otra por fácil culpáis.

¿Pues como ha de estar templada
la que vuestro amor pretende,
si la que es ingrata, ofende,
y la que es fácil, enfada?

Mas, entre el enfado y pena
que vuestro gusto refiere,
bien haya la que no os quiere
y quejaos en hora buena.

Dan vuestras amantes penas
a sus libertades alas,
y después de hacerlas malas
las queréis hallar muy buenas.

¿Cuál mayor culpa ha tenido
en una pasión errada:
la que cae de rogada,
o el que ruega de caído?

¿O cuál es más de culpar,
aunque cualquiera mal haga:
la que peca por la paga,
o el que paga por pecar?

Pues ¿para qué os espantáis
de la culpa que tenéis?
Queredlas cual las hacéis
o hacedlas cual las buscáis.

Dejad de solicitar,
y después, con más razón,
acusaréis la afición
de la que os fuere a rogar.

Bien con muchas armas fundo
que lidia vuestra arrogancia,
pues en promesa e instancia
juntáis diablo, carne y mundo.


Sor Juana Inés de la Cruz

lunes, 15 de junio de 2009

Historias de chat

Mariela viene de la verdulería con dos kilos de naranjas. Pasa por la pinturería y compra una cinta de papel de la más gruesa.
Llega a su casa, la pc había quedado prendida. Mueve el mouse para actualizar.
La casa es húmeda y oscura y está llena de cosas abarrotadas.
Vive allí desde que murió su abuela. También cuando murió su abuela dejó de trabajar. Una pequeña herencia le permitirá llevar una vida austera pero libre de pequeños monstruitos de salita de tres.
Se empieza a depilar frente a la computadora. En otro ambiente se escucha la tele prendida. Susana Gimenez tiene a Gasalla en su living.
Mariela escucha el típico sonido del Messenger indicando que alguien se ha conectado.
Con la pierna a un costado y cera todavía en ella se acerca entusiasmada a la computadora.

peluchedulce says:
Hola bonita! Como estas?

Mariev_2002 says:
Hola, te estaba esperando.

Peluchedulce says:
Se me hizo un poco tarde en la obra, Zacharías me mandó a terminar unas cosas, pero todo bien.

Mariela sonríe y se muerde las uñas.

Peluchedulce says:
te desidistes?

Mariela ya sabe que se trata de un sujeto con algunas limitaciones y tal vez sea ese el detalle que más la alienta.

Mariev_2002 says:
Si…

Es una chica gordita de rasgos muy suaves. Tiene 34 pero parece mucho menos. Los ojos se le iluminan y ni sabe que se está mordiendo las uñas.

Peluchedulce says:
cuando??

Mariev_2002 says:
El jueves

Peluchedulce says:
donde??

Mariev_2002 says:
En el Pertutti de Rivadavia y La Plata

Peluchedulce says:
a que hora??

Peluchedulce está en cyber muy oscuro. Se escucha cumbia viyera de fondo. Atrás hay unas mesas de pool.
Tiene cuarenta y dos años y un aspecto de ex convicto que da miedo. Todo el tiempo mira hacia los costados como si necesitara chequear su entorno. Últimamente no ha tenido problemas con la policía pero la prevención es un hábito que se adquiere.
Se acerca por atrás el cajero del cyber y se pone a leer.

– jaja!! Entregó el rosquete la gorda!? (y le da una palmada bien fuerte en la espalda) Bien Chaqueño!! Al fin vas a mojar la chaucha!! Te ibas a ir de Buenos Aires sin ponerla! Ja ja!!

La cita es en Pertutti y ahí está Mariela sentada en una mesa que da a la calle tomando una lágrima en jarrito.
Llega Peluchedulce, se miran a través del vidrio y se reconocen inmediatamente.Da la vuelta, entra, la saluda como si la conociera de toda la vida y se sienta.

P – te traje esto (y saca un Jorgito triple)
M – Gracias (sin atreverse a mirarlo de frente)
P – Sos más linda personalmente.
M – Cuando te vas? Me dijiste que te quedaban pocos días en Buenos Aires.
P – la semana que viene

Llegan dos chicas y se sientan en la mesa de al lado. Un señor lee el diario. El mozo levanta una moneda de la mesa y se la pone en el bolsillo. Las personas que salen de la estación Río de Janeiro se ajustan sus bufandas y guantes.
Ellos charlan amablemente y no parecen estar nerviosos.

P – no, no tengo hijos, pero me encantaría eh? Me gustaría formar familia acá. Ahora tengo que volver por unos trámites pero después me vuelvo y me instalo.
M - …
P – Lo que mas me gusta de vos que se nota que sos una mina que va al frente.

Mariela tiene una mirada escurridiza pero sonríe todo el tiempo. Él va a decir todo lo que sea necesario para hacerla sentir bien. No solo porque tenga que hacerlo si quiere algo de ella sino porque lo empieza a disfrutar.

Una hora y veinte después se están despidiendo en la vereda. En un moviendo brusco pero certero Peluchedulce la abraza por la cintura y le da un beso muy apasionado.

Una vez en la casa de Mariela, ya han tomado varias cervezas que habían comprado en un kiosco de pasada. En la mesa hay un cenicero con unos cuantos puchos apagados. Los envases vacíos siguen ahí.
Peluchedulce está muy borracho y se levanta para ir al baño. Ella, como hasta ahora, habla poco y sonríe para evitar tener que decir algo. No le resultaría fácil hablar de ella. De la vida rutinaria, de la carencia de sueños e ilusiones. Han sido pocas las veces que tuvo un hombre en su casa sin embargo sabe exactamente cuales son los pasos a seguir. Piensa dejar avanzar a Peluchedulce hasta que concluya para empezar ella.
Cuando Peluchedulce sale del baño la ve lavando algunos vasos y la abraza. Se acerca de atrás y comienza a besarla torpemente. Mariela ya no se sonríe tanto pero tampoco se resiste.
Él está completamente borracho y avanza sin delicadeza. Ella no está disfrutando pero tampoco se opone.

A la mañana siguiente Peluchedulce duerme profundamente con la cara apoyada en su brazo bien estirado hacia arriba.
En la cocina Mariela exprime unas naranjas.
Peluchedulce quiere buscar una mejor posición pero no puede, se despierta y descubre que está atado de pies y manos. Completamente desnudo y cubierto con una sabana. Cuando se decide a gritar Mariela se le tira encima y le tapa la boca con la cinta de papel.

M – te preparé jugo recién exprimido… pero por ahora no lo vas a poder tomar…

Peluchedulce termina de comprender lo que le está pasando para darle lugar al espanto.

M - Te sonó el celular. Era un mensaje… de Zacharías. Decía que eran las 9 y todavía no habías llegado.

Mariela se recuesta a su lado poniendo su cara en el pecho de él. Lo acaricia y hace rulitos entre sus dedos con los pelos.

M – ya le contesté… Le puse que tuviste que adelantar tu viaje de urgencia y que cuando vuelvas te comunicabas con él.
¿Sabes que me contestó?

Mariela se incorpora y lo mira de frente como nunca había hecho hasta ahora. Su mirada es frontal, decidida. Hasta tiene un aire de alegría.

M – El mensaje dice que por lo menos hubieras pasado a cobrar la semana. Le dije que ibas a mandar una prima que vive acá en Buenos Aires y que te disculpe pero que habías tenido que viajar de urgencia. ¿Cuándo te parece que pase mi amor?

viernes, 29 de mayo de 2009

Cuernos

Esa tarde Román se entera que Verónica le metía los cuernos.
Entra a la cocina muy nervioso apretando una gorra entre las manos.
Verónica, en camisón, saca una fuente de la heladera. Ni siquiera lo mira.
V - Hay pollo, te lo caliento?
R - no...
V - No? Ya comiste...?
R - Eh... no, no... Si, si... calentamelo.
V - Llegó la patente, dejame la plata.
Román no contesta.
V - Me escuchaste? Dejame la plata.
R - (como pensando en otra cosa) Si... Si...
Verónica se sienta a la mesa, pone los pies sobre otra silla y cambia de canal desinteresada.
Román la mira como si lo hiciera por primera vez. Temeroso pregunta:
R - Todo bien con tu amiga...? la internada?
V - Si, todo bien... por?
R - Tiene para mucho?
V - No se... es cáncer... nunca se sabe.
R - Y vos pensas seguir yendo mucho mas ahi?
V - (Algo ofuscada) No se Román... todo lo que sea necesario... Desde cuando te preocupas por mis amigas vos?
Román retuerce la gorra como si la estuviese escurriendo.
R - me estas cagando?
V - Que?
R - me estas cagando hija de puta?
V - Que decis?
R - (Furioso) Callate hija de puta! ya me contaron todo! Mi hermana me lo dijo todo! Todos lo saben! Sos una forra! Hija de puta! Todo el barrio lo sabe! Quien es eh? quien es?
V - No grités.
R - Quien es? uno que conociste en el hospital? o lo conocías de antes? Uno del taller ese de cuentos?
Román está muy alterado. La persigue por toda la cocina gritándole muy de cerca. Parece que en cualquier momento la va a agarrar del cuello.
Ella, que nunca perdió la calma, saca el pollo del horno y lo mira por el espejo retrovisor para decirle:
V - Cortate un tomate (y lo deja solo)

A la mañana siguiente Román se levanta como para ir a trabajar, pero no. Se queda en un bar y pide un café con dos medias lunas.
Un par de horas y algunas reflexiones después. Después también de muchas piñas al aire, Román (que en el fondo es un buen tipo) sobrevuela los 20 años de casados y cae en la cuenta de que solo los primeros 3 fueron buenos. El momento de la cola fue sublime. Y no solo le dió dos hijos hermosos sino que además los educó bien y los convirtió en pibes sanos y felices.

Es de noche, se hizo muy tarde y termina la serenata que Román y un amigo le están dando a Verónica en la puerta de su casa.
Román entra al garage. Verónica lo está esperando sentada en un cajón de soda, fumando un cigarrillo.
V - Que es esta pavada Román?
A Román se le disipa rapidamente la sonrisa y queda parado frente a ella con la guitarra en la mano sin saber que hacer.
V - Que payasada Román!
Román no contesta.
V - Los Nocheros encima! Odio a Los Nocheros!
Román, con la mirada en el piso, no contesta.
V - Y al "Gordo" le tuviste que decir?
R - es el único que mas o menos toca...
V - Ese imbécil! Claro! seguro que está canchero con estos asuntos no? cuantas veces lo echaron de la casa a ese?
R - Quien? el Gordo? no, si ahora están juntos.
Verónica apaga el cigarrillo y se queda callada.
Román también. Saca un Milka del bolsillo y no se anima a darselo.
Verónica lo mira un poco menos dura y sonríe con media boca. Le arrebata el chocolate y mientras le saca el papel le dice:
V - Me voy Román, me voy a lo de mi vieja.