viernes, 29 de mayo de 2009

Cuernos

Esa tarde Román se entera que Verónica le metía los cuernos.
Entra a la cocina muy nervioso apretando una gorra entre las manos.
Verónica, en camisón, saca una fuente de la heladera. Ni siquiera lo mira.
V - Hay pollo, te lo caliento?
R - no...
V - No? Ya comiste...?
R - Eh... no, no... Si, si... calentamelo.
V - Llegó la patente, dejame la plata.
Román no contesta.
V - Me escuchaste? Dejame la plata.
R - (como pensando en otra cosa) Si... Si...
Verónica se sienta a la mesa, pone los pies sobre otra silla y cambia de canal desinteresada.
Román la mira como si lo hiciera por primera vez. Temeroso pregunta:
R - Todo bien con tu amiga...? la internada?
V - Si, todo bien... por?
R - Tiene para mucho?
V - No se... es cáncer... nunca se sabe.
R - Y vos pensas seguir yendo mucho mas ahi?
V - (Algo ofuscada) No se Román... todo lo que sea necesario... Desde cuando te preocupas por mis amigas vos?
Román retuerce la gorra como si la estuviese escurriendo.
R - me estas cagando?
V - Que?
R - me estas cagando hija de puta?
V - Que decis?
R - (Furioso) Callate hija de puta! ya me contaron todo! Mi hermana me lo dijo todo! Todos lo saben! Sos una forra! Hija de puta! Todo el barrio lo sabe! Quien es eh? quien es?
V - No grités.
R - Quien es? uno que conociste en el hospital? o lo conocías de antes? Uno del taller ese de cuentos?
Román está muy alterado. La persigue por toda la cocina gritándole muy de cerca. Parece que en cualquier momento la va a agarrar del cuello.
Ella, que nunca perdió la calma, saca el pollo del horno y lo mira por el espejo retrovisor para decirle:
V - Cortate un tomate (y lo deja solo)

A la mañana siguiente Román se levanta como para ir a trabajar, pero no. Se queda en un bar y pide un café con dos medias lunas.
Un par de horas y algunas reflexiones después. Después también de muchas piñas al aire, Román (que en el fondo es un buen tipo) sobrevuela los 20 años de casados y cae en la cuenta de que solo los primeros 3 fueron buenos. El momento de la cola fue sublime. Y no solo le dió dos hijos hermosos sino que además los educó bien y los convirtió en pibes sanos y felices.

Es de noche, se hizo muy tarde y termina la serenata que Román y un amigo le están dando a Verónica en la puerta de su casa.
Román entra al garage. Verónica lo está esperando sentada en un cajón de soda, fumando un cigarrillo.
V - Que es esta pavada Román?
A Román se le disipa rapidamente la sonrisa y queda parado frente a ella con la guitarra en la mano sin saber que hacer.
V - Que payasada Román!
Román no contesta.
V - Los Nocheros encima! Odio a Los Nocheros!
Román, con la mirada en el piso, no contesta.
V - Y al "Gordo" le tuviste que decir?
R - es el único que mas o menos toca...
V - Ese imbécil! Claro! seguro que está canchero con estos asuntos no? cuantas veces lo echaron de la casa a ese?
R - Quien? el Gordo? no, si ahora están juntos.
Verónica apaga el cigarrillo y se queda callada.
Román también. Saca un Milka del bolsillo y no se anima a darselo.
Verónica lo mira un poco menos dura y sonríe con media boca. Le arrebata el chocolate y mientras le saca el papel le dice:
V - Me voy Román, me voy a lo de mi vieja.