sábado, 8 de noviembre de 2008

El hombre lleno

El taxista me saluda.
- Que tal, buenos días – contesto y le doy la dirección.
Es domingo al medio día y estoy dormida. Se me nota.
- Te los tenes que llevar a tu casa – me dice el tipo – así, cuando te despertás le decis: “chau pibe, tomate el buque”
Hace calor, hay mucho sol y yo tengo la carpeta con el pequeño cuadro al óleo adentro.
- No – respondo - ¿cómo le voy a decir eso?, mire como pinta – saco el cuadro y se lo muestro.
Me había regalado un cuadro y me había enternecido por eso. Me había enamorado por eso.
Yo pinto unas láminas infames y así y todo no me desprendería de ellas por nada del mundo y mucho menos se las regalaría a alguien con quien acabo de pasar la noche.
Mariano había venido varias veces a verme y se había quedado charlando conmigo pero pensé que lo hacía de onda. No había notado ningún interés particular. Soy un poco caída del catre para estas cosas. Pero me empezó a caer la ficha cuando me preguntó a que hora salía y que esa hora para él era un poco tarde y cuando una tarde me dijo en el chat que trataría de ir, “tengo ganas de verte” había dicho. Ese “verte”, en arial 10 me quedó estampado en el cerebro por un par de días.
Era un hecho, quería algo conmigo... Y yo ni siquiera me había atrevido a tratar de ver si realmente me gustaba...
Esa noche me esperó. Cuando salí caminamos hasta su casa. Caminando me he enamorado muchas veces.
Era mas chico que yo pero cuando entramos a su casa y tuve la sensación de entrar a la casa de un viejo de ochenta años. Todo era marrón, beige o terracota. Todo estaba muy lleno. Cada lugar, cada rincón, era el lugar o el rincón de algo. Cuadros de él y de otros. Candelabros. Lámparas, portarretratos, mesitas, tacitas.
Los muebles que no eran antiguos eran japoneses. Con los adornos lo mismo. Lo que no era madera era mármol y lo que no era paño, era lana.
El piano se hacía lugar empujando una pila de libros y encima un estuche de guitarra.
Era un lugar demasiado lleno. No había lugar para mi ahí. En su vida no había lugar para mi.
Voy a enmarcar el cuadro. Lo voy a colgar y voy a tirar su número. No hay lugar para mi ahí.
Otra entrada sin salida.

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