sábado, 13 de diciembre de 2008

El ogro

A mi izquierda hay un ogro.
Como todo ogro, come gente. Pero la particularidad de éste es que los come en su presente.
Come gente, personas, cada uno en su presente, en coordenadas específicas de tiempo y espacio, distintas para cada uno de ellos.
El ogro los devora, los mastica, los aplasta contra su paladar, saboreando cada trozo, degustando cada instante del presente de esas personas.
Al comerlos, come tiempo muerto, tiempo desperdiciado, momentos perdidos, olvidados, descuidados.
El ogro come, se llena, se empasta. Hace ruido con su lengua y sus dientes suenan secos, vacíos.
Hilos de baba caen lentos, pesados. Eructa con olor a presente. Es un olor agrio y repulsivo. Da la sensación de que nunca va a terminar, aunque reviente, aunque le empiecen a salir humanos por las orejas, nunca estará satisfecho.

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