sábado, 13 de diciembre de 2008

El día que me caí entre las líneas amarillas de la ruta

Paramos en el medio de la ruta a hacer pis.
Yo sentí pudor y decidí hacerlo del lado de enfrente.
Estaba cruzando muy tranquila pero al llegar a la doble línea amarilla me detuve. El sol pegaba fuerte y el color amarillo brillaba. Entonces se abrió un espacio, pero no como una grieta, sino una aberuta prolija, como cortada con trincheta, como la boca de una urna y empecé a descender parada, suavemente y a medida que mi cuerpo atravesaba el asfalto se volvía azul transparente, translúcido, liviano y quedé completamente sumergida en ese espacio y lejos de sentir temor me sentía como en un vientre materno, en una vida intrauterina. A pesar de tanta ondulación mi cuerpo se movía rígido, como un maniquí y se aceleraban los movimientos con el paso de cada vehículo allá arriba.
Había otros objetos también translúcidos, una letra A mayúscula, grande como yo y me tocó con una de sus vértices y me empujó un poco.
Una dentadura dentro de un vaso, también se movía aleatoriamente, pero nunca se salía de él.
Un cinto que imitaba los movimientos de una víbora pasó delante de mi y desapareció de mi vista velozmente.
Un árabe arriba de un camello gritaba cosas en su idioma pero no se oía. No había sonidos, reinaba un profundo silencio. Todos esos objetos translúcidos suspendidos en esa inmensidad oscura, un espacio neutro lleno de nada, y sin poder quebrar mis articulaciones. Me empecé a aburrir y mi aburrimiento empezó a segregar una sustancia marrón opaca que de a poco fue tiñiendo todo mi azul brillante.
Entonces aparecieron tres patos y con sus picos redondeados y suaves toquecitos me empujaron hacia arriba.
Un toque, otro toque... Dos seguidos, hasta alcanzar la abertura de la urna, primero saqué la cabeza hasta las orejas, justo cuando pasaba un Río de la Plata. Los patos me empujaron un poco mas y pude sacar los brazos, entonces apoyé las manos en el asfalto caliente y me incorporé sola y automáticamente se cerró la abertura y ya no tenía ganas de hacer pis. Y no terminé de cruzar la ruta, volví y los chicos estaban haciendo mate. La parada daba para largo y busqué las Express en la mochila.
- Alguien quiere?

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