martes, 28 de octubre de 2008

No traigas el champagne en una bolsa de Cheeky

En menos de 30 días Julieta conocería al que hoy es el padre de sus hijos.
Pero no es adivina y estaba en esos momentos en que te das cuenta que tu vida no es una película con abrazos y enseñanzas.
Era 31 de enero y estaba de trampa. Él era “felizmente” casado como le gusta decir a la gente que necesita reafirmarlo.
Tres hijos. Tres retoños hermosos que se daban cuenta de todo. Cuando los chicos están en la edad del pavo se aprovechan de eso. Los adultos no les prestan atención porque creen que todavía son niños, pero ellos empiezan a comprender la vida adulta y se refugian en esa edad para no darse cuenta lo pavos que son sus padres.
La familia pasaba las fiestas en Punta. Pero él, sacrificado padre de familia que cuida su bienestar sosteniendo un próspero negocio gastronómico, se quedaba en Buenos Aires.
De trampa.
Julieta no sentía el menor remordimiento por esto. Tal vez solo un poco. Pero le duraba lo que tardaba en llegar a la próxima vidriera mientras compraba los regalos de Navidad.
Se compró el mejor conjuntito Victoria's Secret. Depilada ya estaba.
A las 9 de la noche él la pasó a buscar.
A veces uno tiene la sensación de haber encontrado a la persona correcta y que por esas perversiones del destino el tipo es cura, se fue a la guerra o simplemente está casado con otra. Esa certeza tenía Juli mientras se enamoraba mas y mas cada minuto. Sus historias de héroe, sus chistes, sus boludeces, le confirmaban esa certeza. Incluso cuando le daba consejos y se metía en sus decisiones. Cuando una persona te da permiso para eso podés hacer con él o ella lo que quieras. Atención: Zona resbaladiza.
Una noche mágica, una noche soñada, una noche para no olvidar. Él era todo para ella y pronto llegaría el momento de “blanquear” la situación.
O por lo menos eso pensaba hasta que subieron a su casa. Él dice: “me olvidé, tengo un champagne en el auto, lo voy a buscar”. Momento ideal para pasar al baño y acicalarse como una doncella y bla bla bla (acá va toda esa parte romántica que a las mujeres nos calienta).
Pero cuando él vuelve con el champagne lo trae en una bolsa de Cheeky. Una bolsa que le habrían dado a la mujer al comprar los regalos de los chicos.
Los que estuvieron cerca de la muerte cuentan que ven pasar como en una película las escenas de su vida. Lo que vió Juli en ese momento fueron las escenas de una vida que no quería vivir. El príncipe se convirtió en sapo y la doncella en una de esas brujas que regalan manzanas.
Garcharon igual, claro. Y después tomaron el champagne. Pero al otro día, cuando Juli hacía un bollo con la bolsa para tirarla a la basura, tiró también la ilusión.
Ahora, Papá Noel les trae regalos a sus hijos en las bolsas originales.

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